En Madagascar, una cultura ha desaparecido casi por completo: la de los tatuajes tradicionales. Actualmente, solo el Oeste y el Sur de la Isla Grande han resistido bien pero poco a poco, este arte malgache de tatuar se ha evaporado con el tiempo. Sin embargo, gracias al notable trabajo de investigación y recolección de los restos de esta cultura del tatuaje, Raymond Decary, nos enseña un poco sobre este arte dérmico.
En su tiempo, no hay rastro de tatuajes en las tierras altas de la Imerina, lo que no significa necesariamente que nunca haya pasado nada. Un poco más al sur y en el sureste, en el país Betsileo y en el país Betsimisaraka, ya casi no queda nada. Sin embargo en el gran Sur, con la introducción de la escritura romana, el tatuaje se enriquece con nuevos caracteres, lo que permite grabar nombres en la piel de quienes se prestan a ello.
En esta zona de Madagascar se dibuja un tatuaje de una forma muy original: se pincha la piel con espinas de opuntia, un cactus introducido tras los últimos ataques indígenas contra los fuertes de la región de Fort Dauphin, luego se frota la herida con un mezcla de carbón vegetal de maíz en polvo añadido a los jugos de diferentes plantas colorantes. Cuando se completa la curación, aparece un patrón azulado que se desvanece con bastante rapidez con el tiempo.
Las mujeres son las más afectadas por este arte arcaico (algunas iban cubiertas por todo el cuerpo) pero muchos hombres también se prestan a ello.
Existen varias variantes según las zonas geográficas de los patrones, la elección de las partes del cuerpo también es fundamental. El propio vocabulario es rico en términos que designan motivos: figuras geométricas, animales, a veces hombres, figuras de adivinación o adivinación, este arte de la adivinación proviene de los primeros árabes que llegaron a la costa noreste de la isla. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial y en plena época colonial, el tatuaje ya no estaba de moda: y la presencia más acentuada de la religión cristiana no debe mostrar más entusiasmo que la administración. Peor aún, estar tatuado hace “campesino” y ponerte al margen de la sociedad. En la sociedad actual, el tatuaje está más presente pero se presenta en aspectos completamente diferentes a lo que se hacía en la isla. A diferencia de las islas de cultura oceánica como Madagascar que continúan y perpetúan esta cultura ancestral del tatuaje como en Indonesia, las islas polinesias o Samoa y otros.
A pesar de todo, gracias a la investigación y la recopilación de estas obras casi perdidas, Raymond Decary, permite a nuestra generación poder disfrutar de motivos ancestrales que seguramente algún día ayudarán a revivir el tatuaje tradicional malgache.

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