En la encrucijada de diferentes culturas, el culto ancestral de Madagascar está impregnado de prácticas tradicionales únicas, como la exhumación. Cada año, de julio a septiembre, se lleva a cabo en la isla esta ceremonia ritual que ofrece una profunda conexión con los antepasados ​​y una renovación simbólica. Las tierras altas, con su estación fría que oscila entre los 0 y 20 grados, sirven de marco a estos rituales ancestrales, que marcan el inicio de la temporada del arroz, el final de la cosecha y el regreso de los trabajadores a sus tierras, anunciando así un período próspero propicio para festividades.

La exhumación tiene un significado profundo, donde los campesinos de las Tierras Altas buscan las bendiciones del “Zanahary” y ancestros para la nueva temporada agrícola. El culto ancestral de Madagascar perpetúa el pacto entre vivos y difuntos, donde los vivos velan por el hogar eterno de sus antepasados. El proceso de exhumación requiere una preparación cuidadosa, incluidos gastos importantes. Las familias se esfuerzan por celebrar este evento con pompa, contratan grupos de música locales y ofrecen comida y bebida a los invitados, a veces más allá de los límites del pueblo. Estas festividades suponen gastos considerables, lo que a veces empuja a las familias campesinas a endeudarse o vender tierras y arrozales para adaptarse a esta cultura de “hazlo mejor que el vecino” anclado en las frías tierras del centro de la isla.

La fecha propicia para la celebración se determina en colaboración con un adivino, dando así la bienvenida a los invitados para alimentarlos y entretenerlos. La apertura de la tumba es un momento solemne, acompañado de preciosos obsequios como carne, dinero o sudarios. Los cuerpos de los antepasados ​​se limpian cuidadosamente y se visten con ropas nuevas (sudarios), antes de ser llevados de regreso al pueblo para una noche de festividad. En esta ocasión se evocan recuerdos de momentos compartidos con el antepasado y se comparte una última comida con todos los invitados. Al atardecer, los antepasados ​​son acompañados hasta su morada de piedra, cerrando así esta fiesta que restablece los vínculos de la memoria y la pertenencia a una familia y un origen común. Aunque algunos puedan percibir este rito como bárbaro y morboso, sigue profundamente arraigado en el corazón de los malgaches, que, incluso en las zonas urbanas, participan voluntariamente en estas ceremonias de otra época. EL “Traición” encarna una identidad cultural única para este pueblo vinculado al culto ancestral de Madagascar, testimonio de la riqueza y diversidad de sus tradiciones.

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