Cada cultura en la tierra contiene una parte oculta, una parte de misterio y sobre todo de magia. Se le llama de muchas formas, brujería, chamanismo, vudú y muchas más. En Madagascar se le llama “ody”.
La magia ocupa un lugar destacado en Madagascar. Los ancestros legaron el "Ody": en forma de talismanes, a individuos, también llamados "Sampy" cuando los amuletos mágicos están destinados a grupos sociales.
L’ "Ombiasy" es el curandero, el que conoce el uso de las plantas medicinales y el arte supremo de la adivinación. Depende de él: "El hombre de grandes virtudes" hacer los amuletos según la costumbre. Él o ella primero practica su magia para invocar espíritus y otras magias antes de pasar a quien corresponda, el talismán cargado con esta magia.
Esta magia puede, según las creencias, asumir varios aspectos pero, por regla general, está destinada a proteger a quienes se adornan con ella.
El "Sikidy" es el arte de la adivinación es un requisito previo para la fabricación de talismanes y amuletos. Esta práctica le permite al mago leer el futuro de un individuo o una comunidad, y también sanar sus males. I’ "Ombiasy" coloca varias especies de plantas en un cuerno de cebú. Las esencias vegetales que conviene recordar son en su mayoría endémicas de la isla roja, al igual que las serpientes de mordedura no letal, pero que sin embargo están protegidas por un simulacro mágico.
Las formas más comunes de estos talismanes son el cuerno de cebú el cual estará forrado en su interior con diversos objetos con diferentes símbolos, la madera tallada en una vaina forrada de la misma forma que los cuernos de cebú y la más común es sin duda el collar amuleto. Las especies de plantas también pueden estar contenidas en cráneos o dientes de cocodrilo. A estos receptáculos a veces se adjuntan conchas, monedas, un par de tijeras.
Por el contrario, los "Talismanes" combaten la enfermedad, garantizan la fertilidad de la mujer, tranquilizan a los campesinos sobre la próxima cosecha o a la comunidad sobre la seguridad del rebaño cebú, prenda de poder pero también protege al ladrón de cebú de las defensas de los dueños valerosos o la amenaza de los perseguidores.
En cualquier caso, la magia está en el día a día de los malgaches. Una gran mayoría de la población aún vive en el monte y permanece muy apegada a esta cultura ancestral de lo imaginario y lo intangible. Entre el sueño y la realidad, a los malgaches, al menos al campo, les gusta pensar que fuerzas sobrenaturales componen la vida de todos y que para tener los favores hay que tener la llave.

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