Paisaje preservado, riqueza cultural, fauna y flora excepcionales, población cálida... un viaje a Madagascar no deja indiferente a nadie durante el África se queda. Situada en la parte norte de la costa oeste del país, la encantadora y desenfadada ciudad de Mahajanga no sólo es popular entre las diferentes poblaciones presentes en la Isla Grande, sino también entre turistas de todo el mundo. Ciudad de flores para los árabes, ciudad de curación para los indígenas, lo tiene todo para merecer estas virtudes. Los viajeros que se alojen en esta región quedarán cautivados por la belleza de sus playas, los colores del paisaje, su excepcional sol y la cálida acogida de sus habitantes. Tenga en cuenta que estos últimos provienen de una mezcla pre-Sakalava de árabes y africanos.
Mahajanga alberga varios sitios sorprendentes que harán las delicias de los amantes de la naturaleza. El Parque Natural Ankarafantsika es, por ejemplo, un refugio para lémures y aves endémicas. Además, el tsingy de Namoroka, las cuevas de Anjohibe y Belobaka, el circo rojo y el lago sagrado de Mangatsa ofrecen magníficos paisajes. La ciudad de Mahajanga se puede explorar fácilmente a pie. En el puerto, los turistas tendrán la oportunidad de ver dhows tradicionales que entregan mercancías como frutas, verduras y artesanías. Este lugar resulta estar lleno de colores y olores. Al pasar por la ciudad, también es imprescindible una visita al baobab de 800 años de antigüedad, situado a la entrada de la “playa”. Mahajanga es más fresco por la noche. Por ello, los locales aprovechan esta época para salir en familia o con amigos, y disfrutar de unas deliciosas brochetas de carne y asaduras de ternera acompañadas de pepinillo de mango.
 

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